Algo de cuervo tiene tu ebriedad cuando me miras

Fotografía de Francisco Trejo

Rolando Rosas Galicia

Ángel

*

Ángel madrugador

Ángel obturador de mariposas

Ángel escarbador cara de niño al acecho

Ángel amador de dos y más de diez con su alcohol y su apetito

Ángel eructador con su hígado envuelto en portulaca

Ángel ventilador hermoso angelical duro su rostro como pez

que muere sin abrir la boca

Ángel caminador otro lugar donde crece el silencio y cada tarde

se juega a la gallina ciega

Ángel crepitador en la luz de sus parientes ángeles malditos

como avispas anginas con tedio y carraspera

Ángel masturbador y son las tres de la mañana y los cuervos beben

y escupen pero siempre solos

(algo de cuervo tiene tu ebriedad cuando me miras)

Ángel de sueño y tu cirrosis panza arriba en su alacrán

Ángel con catarro y otra vez las cuatro y doña Tencha aún no abre

Ángel bendito que unten sábalo en su cama y verás cómo se duerme

Ángel abierto a la ternura un día te encuentro y me miras

(¿me olvidas? ¿preguntas por mi edad?)

Ángel en su sepelio con tu hermana y tus hermanas y tu madre

que es mi abuela y no

Ángel tranquilo abre los ojos a ver si dueles

Ángel ajeno ajenco atenco el corazón la garza de tu risa

*

En ese afán de adivinar su rostro en el mío

se derritió la veladora que le puso a la Divina

Con la última flama entonces

fue al tlecuil, a su límite exacto y cavó

duro hasta sangrar el ojo, hasta acabarse las uñas

Allí depositó en cruz los cirios benditos y

encima, la gallina ciega, la rama de pirú y

la ruda, la fotografía amorosa de mi padre

y el Ave María Purísima, sin pecado concebida

mira que el animal es sordo y no atiende a la conseja

por eso le muestro el brillo de la vara

lo educo en la comezón de la ortiga

Dulcísima señora, te entrego a mi niño, arrópalo en tu seno

*

Llevado al extremo por el alcohol

Ulcerado el intestino doy vueltas

La superficie se hace compacta


Entrego mi piel

la arrastro por la opuntia maligna, cenizo nombre

Siento mis llagas abiertas. Siento mi derrota


Entrego mi cuerpo

Lo doy con toda su pureza a alguien que no ha de recibirlo

alguien cuya ebriedad se confunde con la mía

y siente una torpe aguja por dentro

Y entonces ando por días sin luz

Ando es un decir, tropiezo, caigo me levanto y otra vez la sombra

Caigo es un decir

*

No te hace distinto a los demás el embriagarte

Aunque el alcohol se recomiende sólo en exceso

No importa el cuerpo o su río luminoso

La destrucción necesaria es la de la forma

A bocanadas emerge de la tiniebla

A mordiscos desgarra la tibia ternura del fracaso

Recárgate en la pared

Quédate suspendido por hilos invisibles

¿Es Dios quien con discreta gracia hace que sonrías?

*

Me exprimo el amargo sol como una púa clavada

Dejo todo en el crimen perfecto, tengo frío, toso

Escupo hasta secarme / arrojo todo el odio que tengo

y es inútil lo sé

Me estoy yendo de bruces con la mirada perdida en un sol

que no existe

un sol que atrapo con la mano, un sol que dibujo

un sol tuberculoso que despierta cuando yo me estoy muriendo

*

Donde duerme el ángel, donde respira

brota la luz como de un manantial

Donde respira el corazón despierta de sí misma la carne

Es el mismo escozor la mueca del hijo cuando busca el origen

y el cuerpo del otro es el mismo río

la respiración del que crece y está solo y su mirada

es algo que todavía no comprende


Y en el hueco de la herencia que la bestia descubre

escarba / abre la corriente diáfana del instante

Escucha el grabado en piel

La voz del padre que también es hijo

Rolando Rosas Galicia nació en San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, Ciudad de México, en 1954. Ha publicado varios libros de poesía y recibido reconocimientos por su obra. Algunos de sus libros son Carajo quebrantagüesos, Morder el polvo y Naguales.

Categorías Arte, Cultura, Lenguaje, Literatura, Literatura Mexicana., PoesíaEtiquetas , ,

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